viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Qué problemas conlleva que nuestro hijo se chupe el dedo?

Al cabo de poco tiempo de despedirnos del chupete, nuestro hijo recibe con los brazos abiertos el nuevo hábito de chuparse el dedo. Debemos actuar con cuidado porque sabemos que dicho hábito puede provocar deformidades en la boca y en los dientes.

La succión del pulgar es una costumbre que suele durar tiempo. Se considera que la mitad de los niños que tienen dicha práctica de chuparse el dedo lo hacen hasta los cinco años y que incluso puede durar hasta los doce.

Algunas de las causas por las que nuestro hijo puede adoptar esta conducta son: un comportamiento regresivo, una conducta que le proporciona seguridad, aburrimiento, una forma de expresar la ansiedad...

Las consecuencias que provocan este hábito son
deformaciones en las encías, dientes y paladar. La dentadura del niño se ve afectada e incluso la musculatura facial y bucal. La succión continuada del movimiento del dedo produce a su vez el desplazamiento de los incisivos hacia delante, afectando al cierre bucal.


Por todas estas razones es necesario la colaboración de los padres y los hijos para evitar esta mala costumbre.

La enfermedad periodontal

Es una enfermedad que afecta a las encías y a la estructura de soporte de los dientes. Es provocada por la placa bacteriana que si no es retirada cuidadosamente todos los días con el cepillo y el hilo dental, dicha placa se endurece y se convierte en una sustancia dura y porosa llamada cálculo o sarro.

Las toxinas que se producen por la placa bacteriana provocan que las encías se desprendan de los dientes y se forman bolsas periodontales. Conforme la enfermedad avanza, las bolsas se extienden y la placa penetra más y más hasta que el hueso que la sostiene al diente se destruye. Eventualmente, el diente se caerá o necesitará ser extraído.


Las etapas más comunes de la enfermedad periodontal son: 
gingivitis(la menos severa de la enfermedad periodontal); periodontitis ligera(si la gingivitis no es tratada puede avanzar hacia una periodontitis); periodontitis moderada a avanzada(se desarrolla si las dos primeras etapas pasan desatendidas); periodontitis juvenil(ocurre en adolescentes y se caracteriza por la rápida pérdida del hueso).

Algunos de los síntomas de la enfermedad periodontal por los que debemos estar en alerta son: encías blandas, inflamadas o rojas; sangrado al cepillarse; encías que se desprenden de los dientes; dientes flojos o separados; pus entre la encía y diente; mal aliento continuo y cambio en la forma en la que los dientes se encajan al morder.


La forma más adecuada de prevenir la enfermedad es un cepillado apropiado mínimo dos veces al día, así como la seda dental diariamente. 
También es muy importante acudir a revisión dental regular donde el dentista inspeccionará las encías y podrá descartar la enfermedad.

¿Es tan importante cuidar nuestra higiene?

La higiene bucodental representa uno de los aspectos más importantes para la salud de la población. El cepillo y la pasta de dientes son dos instrumentos básicos para nuestra higiene que acompañados de elementos complementarios como el hilo dental y los cepillos interproximales nos ayudan a mantener una buena salud dental y evitar la aparición de caries y otras dolencias en nuestras encías.

Aunque desde niños nuestros padres se han preocupado porque nos lavásemos los dientes después de cada comida, no siempre disponemos del tiempo necesario para hacerlo. De hecho, muchos españoles siguen sin cepillarse los dientes con la frecuencia recomendada, lo que contribuye que la enfermedad periodontal aumente cada año.

La técnica para mantener una buena higiene es la siguiente: debemos empezar a limpiar la cara externa de todos los dientes con movimientos suaves de barrido desde la encía hacia el diente. Seguidamente, aseamos las caras internas con los mismos movimientos encía-diente cambiando la dirección del cepillo en los incisivos y caninos superiores e inferiores. Continuearemos limpiando las superficies de trituración de atrás adelante y delante atrás. Incidiremos en los espacios interdentales con el hilo de seda y los cepillos interproximales. Por último, repasaremos la lengua y los carrillos por dentro.

Es muy importante seguir estos pasos a conciencia, ya que si solo cepillamos por encima los dientes, estaremos dejando restos de comida que pueden generar bacterias y afectar a nuestras piezas dentales.

¿Por qué tenemos miedo al dentista?

Una de las razones más evidentes de que no acudamos a la consulta odontológica todo lo que debiéramos es que se suele asociar a algo muy desagradable, que incluso puede desembocar en una fobia al dentista.

Esta circunstancia puede deberse a malas experiencias personales en edades tempranas o comentarios de familiares o amigos favoreciendo así la aparición de las caries y de la enfermedad periodontal.

La mejor solución para evitar esta fobia es acostumbrar a los niños desde pequeños. Si hacemos que nuestros niños nos acompañen al dentista, así evitaremos que ellos vean el acto como algo doloroso y entonces jóvenes y adultos no rechazarán la visita preventina a la consulta.

El principal consejo a seguir es afirmar nuestro miedo y comunicárselo al dentista, siendo muy apropiado que sea de confianza para que nos ayude a afrontarlo y de esta forma evitar que descuidemos nuestra boca.

La lengua también forma parte de la limpieza bucal

Además del cuidado y exhaustivo cepillado de los dientes, es necesario incluir una constante y adecuada limpieza de la lengua, ya que la halitosis en muchos de los casos viene producida por una mala higiene de ésta, y puede causar problemas respiratorios (sinusitis), digestivos y metabólicos (diabetes). 

Se puede asociar el mal aliento con los cúmulos de bacterias en la parte posterior del dorso de la lengua.

La lengua, como órgano del gusto, está formada por papilas gustativas que contienen una especie de grietas, y es ahí justamente donde, sin una buena higiene, se pueden acumular residuos alimenticios y bacterias que son las causantes del posterior olor.

Un cúmulo de estas dos sustancias puede causar incluso saburra (http://pt.wikipedia.org/wiki/Saburra_lingual) en la parte interior de los dientes, que se acentúa si  se es fumador o consumidor habitual de bebidas alcohólicas.

Por estos motivos, expertos recomiendan realizar una correcta higiene bucal, cepillándonos los dientes después de cada comida. Utilizando un cepillo dental con cerdas suaves, y puntas redondeadas para procurar dañar la superficie dental y encías lo mínimo posible. Y el cepillado debe hacerse de la encía al diente, con suavidad.



La educación en la salud bucal infantil procede de la de los padres

Estudios confirman que para que los niños sigan unas directrices en su salud bucal, primero son los padres los que deberían conocer qué consejos dar a sus hijos, y por supuesto ver en ellos un ejemplo a seguir.

Algunos de los consejos que damos desde aquí, es la disminución de bebidas carbonatadas, ya que ataca el esmalte dental, llegando incluso a eliminarlo después de una exposición prolongada. Englobamos en este tipo de bebidas, a las denominadas “Light”, ya que contiene partículas de ácido fosfórico y cítricas, y dañan de la misma manera que los azúcares añadidos.
El daño al esmalte, no se produce por la cantidad que se consuma, sino con la frecuencia en que se haga, puesto que el ácido que producen las bacterias se neutraliza tras su digestión.

Por eso transmitiéndoles buenos hábitos de higiene bucal a tus hijos, ellos lo verán con el tiempo como algo habitual que tienen que hacer por el bien de su boca.

Esto significa ayudarle a cepillarse por lo menos dos veces a lo largo del día mostrarle la forma adecuada que tiene que utilizar el hilo dental, cuidar su alimentación y llevarle habitualmente al odontólogo.